martes, 28 de diciembre de 2010

imageMoisés se encontró una vez con un hombre que rezaba, pero decía tales cosas, en una plegaria tan absurda, que Moisés se detuvo. Y no sólo absurda sino que era un insulto para Dios. El hombre decía: "Déjame acercarme a ti, Dios, y te prometo que te limpiaré el cuerpo cuando estés sucio. Si tienes piojos, te los quitaré. Soy buen zapatero, te haré unos zapatos perfectos. Nadie te cuida, Señor . . . yo te cuidaré. Cuando estés enfermo, velaré por ti y te daré los remedios. Soy también un buen cocinero".
Moisés gritó: "Basta. Basta de tonterías. ¿Qué estás diciendo? ¿Que Dios tiene piojos? ¿Y que su ropa está sucia y tu la lavarás? ¿Y tú serás su cocinero? ¿De quién aprendiste esta plegaria?".

"No la aprendí de nadie. Soy muy pobre y sin ninguna educación y reconozco que no sé cómo rezar. Yo la inventé . . . y estas son las cosas que sé. Tengo muchos problemas con los piojos, por esto creo que ellos también deben molestar a Dios. Ya veces la comida que consigo no es muy buena y me duele el estómago. Dios debe sufrir también, a veces. Esto es sólo mi propia experiencia que se ha convertido en mi oración, pero si conoces la oración correcta, enséñamela", dijo el hombre.
Entonces Moisés le enseñó la oración correcta. El hombre se postró ante Moisés, le agradeció con lágrimas de profunda gratitud. Se fue y Moisés se quedó muy feliz pensando que había hecho una buena acción. Miró al cielo para ver qué pensaba Dios de esto.
Dios estaba furioso. Le dijo: "Te he enviado para que acerques a la gente hacia mí, pero ahora has apartado de mí a una persona que en verdad me amaba mucho. Ahora, esta "oración correcta" que le has enseñado, no será en absoluto una oración, porque la oración no tiene nada que ver con la ley, es amor. El amor es una ley en sí misma, no necesita ninguna otra ley".

0 comentarios: