martes, 28 de diciembre de 2010

Se cuenta que en cierta ocasión, en una vieja carpintería, hubo una vez una extraña asamblea. En efecto, fue una reunión extraordinaria de herramientas para arreglar todas sus graves diferencias. El martillo ejerció la presidencia de la asamblea, pero ésta le notificó de inmediato que tenía que renunciar, ¿Cuál era la causa? Pues que hacía demasiado ruido, y, además, que se pasaba casi todo el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tomillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que realmente pudiera servir de algo. Ante el contundente ataque del martillo, el tornillo aceptó su responsabilidad; pero, a su vez, pidió también la expulsión de la lija. El tomillo hizo ver que la lija era muy áspera en su trato y que siempre tenía fricciones con fas demás. La lija estuvo totalmente de acuerdo; pero, con la única condición de que también fuera expulsado el metro. Dijo que el metro siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.

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En plena asamblea de herramientas entró el carpintero, se puso el delantal e inició de inmediato su trabajo. Utilizó en esa ocasión el martillo, la lija, el metro y el tomillo; finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble y de gran utilidad.

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Cuando la carpintería quedó nuevamente solitaria, la asamblea reanudó la deliberación, fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: "Señores, ha quedado plenamente demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades, eso es lo que nos hace valiosos, así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos". La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tomillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.

Fue así, entonces, que las herramientas se sintieron un equipo capaz de producir muebles de calidad, y desarrollaron un sano sentimiento de orgullo por sus fortalezas y su capacidad para trabajar juntas en la carpintería.

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